Hacía ya bastantes días que no escribía por aquí. Por un lado he dejado un poco abandonado este proyecto que, en un principio, quería hacerlo constante e interesante, pero un montón de ocupaciones y planes impiden aquello, gracias a D-os. No me malinterpretéis: me encanta escribir y compartir con vosotros sentimientos y temas de diversa índole, pero me siento enormemente afortunado y agradecido del camino que he marcado para mi vida, pues he encontrado mi verdadero sitio.
Ya hablé en otra entrada de la vital importancia de de no venirse abajo a pesar de las dificultades, sino luchar contra las mismas hasta ganar la batalla. Solo así se alcanza la felicidad que todo el mundo anhela en sus vidas y yo, en cuestión, también libre tal batalla. Ha sido muy larga y azarosa y no han sido pocas las veces donde quise tirar la toalla y hundirme en la depresión más profunda, olvidarme de todo el mundo y entregarme al pesimismo. Todo lo veía gris, no sentía mejora en mis días ni tampoco realizado en ningún sentido, además de zambullirme en peleas familiares que más que ayudar, oscurecía más esta situación.
Pero como ocurre tras la tormenta, el Sol se impuso a los nubarrones y dominó el cielo de mi existencia.
Primero fue el redescubrimiento de mis raíces, el reconocimiento del preciado y bello legado que es el Judaísmo y su trascendencia en el Mundo. El sentido que la Torá confiere a tu vida te empuja pensar e indagar en la mayor(y más temida) pregunta de todas:¿Para que vine a esta vida?Y cuando también reconoces la frágil y ambigua moral de la sociedad, cuando te sientes insatisfecho con todo aquello cuyas dimensiones no superan el límite de lo material, es cuando precisas del propósito para vivir, de una razón seria y real para explotar ese potencial que todos guardamos para realizar acciones que vayan más allá de la realidad humana, tal y como la conocemos, ni más ni menos que la espiritualidad. Estudiar estos conceptos e integrarlos en tu persona pueden impulsarte a tomar dos caminos: el camino del esquivo quien, tras sentir un mínimo temor a que todo lo antes comentado fuese cierto y por ello peligrase su total entrega a sus instintos más mundanos optase por "esquivar" el mensaje y continuar como antes. Pero quien antepone su intelecto al mero deseo irracional no solo afirmará el verdadero papel del Pueblo Judío en el mundo sino, también, lo abrazará sin límites, hasta sentir una felicidad tal que nada tiene que envidiarle a cualquier placer mundano.
Por tanto, fue a partir de regresar a las raíces de mi Pueblo para comenzar una nueva etapa, coincidiendo con mi último curso en el Instituto al tiempo que arreglaba todo el tiempo perdido. Los problemas continuaron y seguía aún sin sentir, refiriéndome al plano social, una realización completa. Las cosas necesitan su tiempo para evolucionar hacia mejor y así fue como ,al final, acabó siendo.
El año escolar llegó a su fin y, con ello, una etapa finalizada. Poco después partí hacía un nuevo destino, lejos de mi hogar, de mi familia, con gran incertidumbre y una agridulce sensación de Independencia. Los comienzos en mi nueva etapa no fueron del todo fáciles y todavía me sentía escasamente agradecido en lo social, sumado a una serie de altibajos en mi deber espiritual que, por desgracia, derrumbaron gran parte de todo lo logrado. Viejos tiempos parecían acechar despiadadamente y, con ello, mi ánimo hasta entonces estable se tambaleaba por momentos. Y también, como todo, los problemas pasaron a la historia y una repentina Luz, de nuevo, dio brillo a mi vida.
En cuestión de días todo, absolutamente TODO, dio un giro de 180 grados y, por fin, conseguí formar una amistad fuerte y sincera con otras personas, y fueron las mismas quienes me descubrieron a otros amigos. Y así, tras años de miedo y frustración, después de momentos especialmente duros y fracasos, encontré mi ambiente, un gran lugar en donde los planes no faltan, ni tampoco la armonía y la diversión. Un gran grupo conformamos, unido, con sus contrariedades y discusiones como todos los grupos de esta Tierra, pero ganando holgadamente a lo malo y aprovechando todo lo bueno que el Mundo nos ofrece. Por fin puedo decir, sin más absurdos miedos, que estoy feliz. Muy feliz.
No obstante, como dije antes, no todo ha ido hacia arriba. Mi espiritualidad está en sus horas más bajas y, teniendo en cuenta el espectacular crecimiento del pasado, es bastante desalentador reconocer este deterioro. Pero, como una vez me dijeron, todo tiene solución, y esto por supuesto que también. Con predisposición y mucha voluntad lo conseguiremos.
Esto último se aplica a lo largo de nuestra vida: siempre estarán esos días que te alegren tu existencia y otros días que, por el contrario, te hagan más difícil sentir lo mismo. Pero el truco para evadir toda depresión es seguir con una sonrisa puesta y seguir en un progreso constante e intenso, por muy duras que las circunstancias se te presenten. Parece imposible de alcanzar pero, como también escribí en otra entrada, la mente nos frena: nos revela todos los tropiezos posibles en el camino, pero no los posibles logros. Si de verdad pensamos de forma positiva, anulamos todo rastro de negatividad y luchamos por ello, al final, saborearemos el éxito. Esto lo corrobora alguien que tampoco creía solución a su estancamiento y, tras muchos sacrificios y reveses, sin perder nunca la ilusión de vivir, acabé aquí, orgulloso y agradecido al Eterno, pues es el Único que dirige y supervisa todo lo que acaece a nuestro alrededor. Gracias por todo Querido Creador.
Para finalizar esta extensa entrada quisiera agradeceros a todos, amigos y familiares, queridos conocidos y todos aquellos cuyos consejos, sabiduría o compañía me han ayudado para seguir creciendo. En especial gracias a mis padres, que tanto aguantaron mis peores épocas y a los que les debo todo. Les quiero. A mis hermanos, a quienes también amo tanto y les deseo suerte en todo lo que hagan. Siento no poder nombrar a todos, porque sois demasiados!Pero, que esto sea tomado como algo general: gracias por estar allí. Lo necesitaba.
Que tengáis mucha bendición en vuestras vidas y, quienes todavía sienten que les falta algo o que la suerte sigue sin aparecer en su puerta, que no se preocupen. Mañana será otro día, un gran día. Pero hay que luchar sin excusas para disfrutarlo.
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